Por: Patricia Rodríguez
“Nada de memorias, no tengo nada que decir y lo que podría decir, no puedo contarlo.” — así respondía el Káiser de la moda ante la sugerencia de mirar atrás para escribir sobre la que tuvo que ser, sin duda, una vida intensa y fascinante. Nos había llamado la atención que no saliera a saludar tras el último desfile de alta costura de Chanel y, apenas unos días más tarde, se sabe que la pequeña Choupette, la gata más mimada de Instagram, ha quedado huérfana, al igual que la casa de la camelia en la rue Cambon, sus muros y su majestuosa escalera respiran hoy cierto aire de orfandad.
Aunque en su trayectoria incluyera otros grandes nombres de moda, su legado estará siempre unido al de Chanel, la Maison de la que fue director creativo desde 1983 y a la que supo insuflar nueva vida sin perder la esencia de su legado. Lagerfeld trasladó el vocabulario del universo Coco a una mujer del presente con la vista puesta en el futuro. Empleó un pragmatismo extemporáneo y sofisticado para amplificar aún más el mito de la casa: perlas, cadenas, prendas de sastrería, una feminidad misteriosa con una actitud indómita. Así, condujo una renovada casa Chanel no sólo a lo largo de varias décadas, sino a través de un cambio de milenio, con la lucidez inequívoca que sólo poseen los auténticos visionarios.
El diseñador más célebre del planeta entendía muy bien la importancia de equilibrar el peso de un legado histórico como el de Chanel con la ironía propia de la mentalidad postmoderna. En sus colecciones, los accesorios clásicos convivían con bolsos en forma de salvavidas, de cartón de leche o de aro de hula hoop gigante, a la vez que prendas tradicionales con el ADN de la gran Mademoiselle se metamorforseaban en fantasías extraterrenas. Lagerfeld entendía como nadie el coeficiente espectáculo de la moda y convertía cada pasarela en un universo paralelo en torno a cada colección, de una playa a un aeropuerto pasando por un supermercado, un mundo subacuático o una base espacial.
Su ascenso a la historia de la moda comenzaba en 1953 con una curiosa coincidencia. Ante un jurado compuesto por Christian Dior y Hubert de Givenchy, unos jovencísimos y desconocidos Yves Saint Laurent (17 años) y Karl Otto Lagerfeld (21 años) ganan el primer premio en las categorías de vestidos y abrigos respectivamente en el concurso de diseño del ‘International Wool Secretariat’ (hoy conocido como el Woolmark International Prize). Este reconocimiento sería su pasaporte para empezar a trabajar en el atelier de Pierre Balmain y más tarde convertirse en director creativo de Jean Patou para diversificar su carrera en la década de los 60, trabajando con marcas como Max Mara, Fendi, o la legendaria Chloé de la que fue director creativo durante años.
¿Cuál era el arquetipo de mujer Lagerfeld? Durante sus inicios en Chanel, en los 80, rostros míticos como el de Paloma Picasso, Inés de La Fressange o Carolina de Mónaco, fueron sus amigas y musas. Más tarde, Nicole Kidman o Vanessa Paradis protagonizaron sus campañas más icónicas durante la década de los 90 y más recientemente su hija Lily-Rose Depp, o las actrices Diane Kruger o Kirsten Stewart darían vida su visión de la mujer Chanel, fuerte y exquisita, real pero a la vez inaccesible.
Durante una carrera incansable que abarca más de medio siglo y que siempre estuvo marcada por una filosofía de trabajo implacable, Karl creó a Karl a su imagen y semejanza: las manos con guantes firmemente agarradas a las solapas de su blazer, un abundante pelo blanco atado en una cola de caballo, el emblemático cuello alto y almidonado de sus camisas, las eternas gafas de sol tanto en espacios exteriores como interiores… Hubo una época en la que también le gustaba llevar abanico y otra etapa en la que lucía unas cascada de anillos de plata amontonados en los dedos. Dominaba a la perfección el arte del excesos así como un mordaz sentido del humor, no exento de controversia, tampoco tenía tenía reparos en reírse de sí mismo luciendo un chaleco amarillo en una campaña de seguridad vial o imprimiendo su imagen en una lata de coca cola light.
El mundo de la moda sería irreconocible si la fuerza reformadora de Lagerfeld no hubiera sido parte intrínseca e indivisible de él. De las colaboraciones entre los gigantes de la couture y las marcas de consumo rápido (él fue el primero en crear una colección cjunt a una marca de "fast-fashion") a su firme compromiso con la conservación de la artesanía tradicional y los oficios en vías de extinción propios del mundo de la costura. El legado de Karl vivirá con nosotros mucho tiempo.